Por Mariángeles López Salon De la Redacción de lanacion.com mlsalon@lanacion.com.ar
Ni lánguido ni etéreo. Hoy las divas llegan al altar con vestidos de novia de alta costura. Y si en otras temporadas el minimalismo fue el elegido para dar el sí, ahora la tendencia es el maximalismo. Un desafío para los diseñadores, que apuestan al trabajo artesanal y lo demuestran con encintados, pliegues y drapeados.
"Es una vuelta al glamour, basta del hippie chic", dice el diseñador Laurencio Adot. ¿Genéros? Los que usaban las abuelas, como tafetas de seda natural, organzas, satén y encaje. Vale todo, aunque Adot marca dos líneas. Por un lado, un regreso a los años 50, con toda la influencia de Dior. "El new look de polleras armadas, escotes corazón con detalles de moños y lazos, velos o mantillas y zapatos bordados, donde se juega con el brillo desde lo simple y lo sofisticado". Por otro lado, el romanticismo y sensualidad de los años 20 y 30, con drapeados, satenes, gasas de seda y alforzas. Sí a las faldas asimétricas, al juego de los superpuestos y a los detalles de puntillas.
En los vestidos de Adot gana el blanco puro, sigue el tiza y, en tercer lugar, el champagne, durazno y plata-hielo. Y los bordados con cristalería austríaca y encaje francés.
Para Benito Fernández , el color de los trajes de novias es un tema estacional. Porque en verano predomina el blanco y en invierno gana el natural. "Se vienen vestidos más armados, en los que se prioriza mucho la espalda y los detalles. Antes el escote estaba vedado, ahora se sumó el detalle en la espalda, con tiras cruzada", dice.
Las faldas, más importantes y de línea A, suman volumen con gasas labradas y volados, y apliques de flores de raso, bordados y piedras. En contraposición, los peinados son más relajados y con ondas.
Volumen y aires flamencos
Plumas, tafetas y organzas bordadas no faltan en el atelier de Sylvie Burstin , que diseñó para Nina Ricci en la Argentina y que en cada creación sigue los lineamientos de la alta costura francesa. ¿La tendencia? "Mas bien romántico. Aunque las novias piden algo audaz, pero siempre dentro de lo romántico y la inocencia", confiesa.
Sus vestidos son elaborados, con detalles de organza, escotes o strapless y salpicaduras de mostacillas. No hay blanco puro, pero sí tono white, casi tiza.
"La última tendencia es la vuelta a las fuentes, a través de detalles retro y maximalistas, como colas y grandes cuellos", dice Fabián Zitta . El diseñador prefiere el color crudo y el champagne, con toques en negro.
Volados más volados, al bies y con aires flamencos. La nueva propuesta del diseñador Claudio Cosano son trajes de novias de línea entera, con corset escondidos, y que toma vuelo a la altura de la rodilla. Sí a la línea sirena, aplaudida en la red carpet de los Oscar. "Las novias buscan convertirse en verdaderas reinas, y llevan todos los accesorios que la distinguen, como ramo, tocado y metros de velo para entrar a la ceremonia", apunta. En cuestión de géneros, para la línea armada se usa piel de ángel de seda natural y organza de seda natural. Los vestidos lánguidos se confeccionan con muselina o gasa de seda natural. Siempre combinados con encajes chantilly o modernas redes.
"Una diva no exagerada ni mujer fatal, pero elegante", define el diseñador Gabriel Lage .
Estilo que se traduce en la utilización de buena calidad en telas y relieve, como sedas salvajes, tafetas y guipure. Una vez más, el toque artesanal se logra con pasamanerías, movimientos de cintas, cordones y pliegues. "En colores, la tendencia europea es el marfil y el champagne", asegura.
Bien romántica, Pía Carregal suma texturas más armadas. "Hay tendencias que vienen de afuera, como la línea sirena, que se vio tanto en la entrega de los premios Oscar", dice. En su atelier, los trajes se confeccionan con más taffeta, raso de seda natural, organzas, y menos shantung. En cuestión de paleta, "Los vestidos se aclaran, y los tonos varían desde el marfil y tiza al blanco". Nuevas propuestas para llegar al altar. Blanca y radiante.
Ni lánguido ni etéreo. Hoy las divas llegan al altar con vestidos de novia de alta costura. Y si en otras temporadas el minimalismo fue el elegido para dar el sí, ahora la tendencia es el maximalismo. Un desafío para los diseñadores, que apuestan al trabajo artesanal y lo demuestran con encintados, pliegues y drapeados.
"Es una vuelta al glamour, basta del hippie chic", dice el diseñador Laurencio Adot. ¿Genéros? Los que usaban las abuelas, como tafetas de seda natural, organzas, satén y encaje. Vale todo, aunque Adot marca dos líneas. Por un lado, un regreso a los años 50, con toda la influencia de Dior. "El new look de polleras armadas, escotes corazón con detalles de moños y lazos, velos o mantillas y zapatos bordados, donde se juega con el brillo desde lo simple y lo sofisticado". Por otro lado, el romanticismo y sensualidad de los años 20 y 30, con drapeados, satenes, gasas de seda y alforzas. Sí a las faldas asimétricas, al juego de los superpuestos y a los detalles de puntillas.
En los vestidos de Adot gana el blanco puro, sigue el tiza y, en tercer lugar, el champagne, durazno y plata-hielo. Y los bordados con cristalería austríaca y encaje francés.
Para Benito Fernández , el color de los trajes de novias es un tema estacional. Porque en verano predomina el blanco y en invierno gana el natural. "Se vienen vestidos más armados, en los que se prioriza mucho la espalda y los detalles. Antes el escote estaba vedado, ahora se sumó el detalle en la espalda, con tiras cruzada", dice.
Las faldas, más importantes y de línea A, suman volumen con gasas labradas y volados, y apliques de flores de raso, bordados y piedras. En contraposición, los peinados son más relajados y con ondas.
Volumen y aires flamencos
Plumas, tafetas y organzas bordadas no faltan en el atelier de Sylvie Burstin , que diseñó para Nina Ricci en la Argentina y que en cada creación sigue los lineamientos de la alta costura francesa. ¿La tendencia? "Mas bien romántico. Aunque las novias piden algo audaz, pero siempre dentro de lo romántico y la inocencia", confiesa.
Sus vestidos son elaborados, con detalles de organza, escotes o strapless y salpicaduras de mostacillas. No hay blanco puro, pero sí tono white, casi tiza.
"La última tendencia es la vuelta a las fuentes, a través de detalles retro y maximalistas, como colas y grandes cuellos", dice Fabián Zitta . El diseñador prefiere el color crudo y el champagne, con toques en negro.
Volados más volados, al bies y con aires flamencos. La nueva propuesta del diseñador Claudio Cosano son trajes de novias de línea entera, con corset escondidos, y que toma vuelo a la altura de la rodilla. Sí a la línea sirena, aplaudida en la red carpet de los Oscar. "Las novias buscan convertirse en verdaderas reinas, y llevan todos los accesorios que la distinguen, como ramo, tocado y metros de velo para entrar a la ceremonia", apunta. En cuestión de géneros, para la línea armada se usa piel de ángel de seda natural y organza de seda natural. Los vestidos lánguidos se confeccionan con muselina o gasa de seda natural. Siempre combinados con encajes chantilly o modernas redes.
"Una diva no exagerada ni mujer fatal, pero elegante", define el diseñador Gabriel Lage .
Estilo que se traduce en la utilización de buena calidad en telas y relieve, como sedas salvajes, tafetas y guipure. Una vez más, el toque artesanal se logra con pasamanerías, movimientos de cintas, cordones y pliegues. "En colores, la tendencia europea es el marfil y el champagne", asegura.
Bien romántica, Pía Carregal suma texturas más armadas. "Hay tendencias que vienen de afuera, como la línea sirena, que se vio tanto en la entrega de los premios Oscar", dice. En su atelier, los trajes se confeccionan con más taffeta, raso de seda natural, organzas, y menos shantung. En cuestión de paleta, "Los vestidos se aclaran, y los tonos varían desde el marfil y tiza al blanco". Nuevas propuestas para llegar al altar. Blanca y radiante.
Fuente:
La Nacion
26/05/09
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